Aquel árbol al que no le importó que las lágrimas fuesen derramadas sobre él, aquel que siempre ofreció su sombra a cambio de nada.
Porque prefirió guardar todo aquel rencor que la gente grabó sobre su piel.
Aquellos seres nunca pensaron en aquel corazón.
Y la paciencia tiene un límite...
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